Política y espectáculo en Colombia
Un análisis de nuestra realidad desde lo planteado por Zygmunt Bauman en sus obras, Modernidad Liquida o En busca de la Política.
Por Jorge Gutiérrez Bossa
Colombia desde hace algunos meses está viviendo uno de los momentos más álgidos en materia democrática. Una diversidad de precandidatos presidenciales ha salido a flote, cada uno dispone con la fórmula ideal para cambiar estructuralmente los problemas que ha vivido la población colombiana durante más de 60 años, donde se presentan en los diversos medios o espacios de debate y algunos en las calles vendiendo la panacea para curar las diversas enfermedades de un pueblo que ha sufrido y sigue sufriendo por las mismas decisiones egoístas de estos personajes que invitan a votar por ellos.
Pero el problema aún no radica en su elección, sino en los métodos utilizados antes de la próxima decisión de los colombianos sobre quien nos guiará a ese país soñado. El problema se concentra en el espectáculo que estos candidatos están realizando a diario, independientemente del partido al que pertenecen, y esto –aunque no es algo nuevo- ha tomado un rumbo cómico y en muchos casos irrespetuoso con los ciudadanos de este país que esperan con ganas las propuestas, pero se encuentran con la venta de productos puerta a puerta y shows folclóricos en las diferentes redes sociales.
La sociedad hoy es solo un tiro al blanco de la política, somos solo el objetivo principal de la mentira y la mercancía de la misma. Ya hoy el trabajo por los cambios sociales, políticos y económicos no son grandes metas dentro de estas decepcionantes campañas políticas que se están dando en nuestro país. Ya no importa el contenido del mensaje, sino, como se transmite el mensaje.
Zygmunt Bauman en sus obras, Modernidad Liquida o En busca de la Política expone que existe una realidad liquida, en donde todo se vuelve más precario, donde el mundo se mueve con gran velocidad; te dicen puedes decidir, pero nos limitan en las decisiones. Hoy muchos partidos políticos solo te venden la idea de libertad, de compromiso social, se montan en un bus, vociferan ser del pueblo, pero su pantomima solo genera decepción, y nos convertimos en ese delicioso pavo de navidad.
¿Acaso no merecemos respeto por parte de estas dinámicas políticas avaras? Es una pregunta válida en un mundo político que aún no escucha la voz y el ruido de cada ciudadano. Bauman afirma que no hay cambios mientras los grandes poderes económicos tengan la potestad de decidir quién es el que va a liderar un país.
El voto no decide tu futuro o tu presente, solo es la ilusión que colocan en tus manos como arena en un día de lluvia, en donde el mercado sigue manipulando las convicciones, no importa que tanto pensemos que aún tenemos la facultad de decidir, ya que esa decisión solo termina siendo manipulado por el espectáculo que forman cada cuatro años en nuestro país.
Una política convertida en espectáculo, que pretenden hacernos creer a los jóvenes que comparten nuestros ideales o posiciones, creyéndose populares en las redes sociales; Instagram, Facebook o Twitter, y últimamente tomando medidas desesperadas a través de la “reciente” plataforma del Tik Tok. Aún no nos damos cuenta que ganan nuestro voto montando un espectáculo cirquero, con fuegos artificiales y danzas carnavalescas en medio de un jolgorio decadente, bailando un son de champeta para que pensemos que siguen perteneciendo a la calle, -la burla disfrazada de aceptación-. Cada uno de estos candidatos muestran sus cercanías a los métodos stand up comedy de Donald Trump. Una hipocresía donde esta misma sociedad del espectáculo ha generado y de esta manera el showbusiness de los políticos crece más, sin darte tiempo de asimilar cuales son las propuestas verdaderas de cambios estructurales en nuestro país.
Para terminar Bauman nos recuerda que en esta sociedad liquida, no existen aquellos que toman decisiones sensatas, solo terminamos siendo los borregos de un “líder” que se alimenta de tu trabajo sin que nosotros mismos podamos defendernos.
Tratemos de decidir no basados en esas dádivas temporales, sino en convicciones firmes de cambios, que, aunque no son inmediatas, tenemos cuatro años para notar las mejoras sociales, económicas y políticas de manera paulatina, pero con bases serias relacionadas con el trabajo, la honestidad y la ética, elementos que debe tener nuestro próximo presidente, aunque las esperanzas no son muy alentadoras.
@georgegbossa
Historiador, fotógrafo y diseñador